Uno de los temores más habituales de las embarazadas es el de sentir dolor durante el parto. El dolor siempre ha sido uno de los mayores estigmas de este momento crucial y parecía inevitable que las mujeres tuvieran que pasar por ello antes de abrazar a su bebé.
Afortunadamente los tiempos han cambiado y, en tan solo un par de generaciones, se han desarrollado efectivos métodos para evitar que tengáis que experimentar el dolor que vuestras madres superaron al traeros al mundo.
La medida más extendida y eficaz es la analgesia epidural. Es una anestesia local que se inyecta a través de un catéter en la espalda, en el espacio epidural. Elimina totalmente el dolor, pero tiene la desventaja de que reduce la movilidad de la embarazada. Una alternativa es la walking epidural, una técnica que permite a la mujer levantarse, caminar o sentarse en una silla durante la primera fase del parto, al tiempo que se consigue una disminución del dolor.
La inhalación de óxido nitroso, (oxígeno + protóxido de nitrógeno), logra un alivio parcial del dolor. El gas de la risa, es un analgésico totalmente inocuo para la mamá y para el bebé que se puede aplicar desde las primeras fases del parto hasta el alumbramiento, no reduce la movilidad y no afecta a la lactancia.
Otra terapia, poco conocida pero útil durante la primera fase de dilatación es la Estimulación Eléctrica Transcutánea (TENS). Consiste en la administración de corrientes eléctricas –mediante unos electrodos situados en la espalda- que bloquean los estímulos dolorosos y aumentan los niveles de endorfinas. Aunque su efecto analgésico es limitado permite el movimiento, el manejo por parte de la embarazada y no afecta a la consciencia.
Una opción que se está popularizando es la del parto en el agua. Está demostrado que sumergirse en agua caliente relaja y reduce el dolor. Se puede realizar solamente durante la dilatación o -si la mujer lo decide y la situación es favorable- el nacimiento puede producirse dentro del agua. Para iniciar este tratamiento, es necesario que el embarazo y parto hayan sido de bajo riesgo, que la mujer no haya pasado por cesáreas anteriores y que el parto esté en marcha, con contracciones regulares y con una dilatación mínima de 4-6 cm. Si os estáis planteando recoger la sangre del cordón, es importante que sepáis que es un procedimiento incompatible con el parto en el agua.
No todos los métodos están disponibles en todos los hospitales, por eso, si tenéis claro cuál queréis utilizar, es conveniente que os informéis primero y preparéis un plan de parto indicando vuestras preferencias.